GASTRONOMIA

sábado, 18 de febrero de 2012

MEDICINA CLASICA GRIEGA E HIPOCRATICA, por Claudio Becerro de Bengoa Callau


Hipócrates

Lo mismo que en la época Micénica, la  práctica médica religiosa como la secular o laica continuaron ejerciéndose conjuntamente. No debiendo por ello olvidar la figura del  “IATROMANTIS”  que son sacerdote que reúnen en si la  cualidad de vidente y de médico, precisando sus servicios en casos de  “enfermedades misteriosas”,  rebeldes a todo tratamiento o en epidemias interpretadas como castigo de los dioses.
    Pues en esa época la medicina todavía se desarrolla entre la influencia de los dioses, de los héroes como en la Iliada y de los hombres o sea que todos ellos todavía convíven juntos.
         Pero a partir del siglo VI a. C. la formación médica  va a cambiar rotundamente, debido a la influencia del área colonial de la cultura helénica, existieron ya  “Escuelas de Médicos”, como las de Cirene, Crotona, Rodas, Cnido y Cos, entre las más famosas de ellas.
           En ellas se les educaba desde pequeños, de muchachos mediante lecciones teóricas y ejercicios clínicos al lado de un maestro que fundamentalmente eran filósofos de la naturaleza, que poseían no solo conocimientos técnicos sino también teóricos. Teniendo que pagar determinados estipendios, excepto si se trataba de  un familiar del maestro.
         En esa época los maestros adquieren una categoría social muy elevada, hallándose incardinados dentro de la institución jurídica y normas consuetudinarias que defienden los intereses de las clases altas, no pudiendo llegar a ser médicos las mujeres y los esclavos. Ellas podían ser parteras o matronas como fueron Agamede, Helena, Polidamna o Circe.
Hipócrates dando la bienvenida a un habitante de Cos,
al dios Asclepio, mosaico del siglo II o III, museo de Cos.
     Los médicos griegos no estaban sometidos a ningún control estatal y por tanto existía una institucionalización genuina y profesional para los  mismos. En un principio, originalmente las escuelas eran más o menos una Congregación de médicos que ejercían en una  misma plaza, como es el caso de los médicos “crotonianos”( Alcmeón) y los “cirenaicos” (Aristipo) . No obstante las escuelas más famosas fueron las de Cnido y la de Cos.
   La de Gnido mas antigua con sus “Sentencias de Gnido” que era un conjunto de  tratados médicos que no han llegado a  nuestros días y que solo conocemos por  las citas que se hacen en el “Corpus Hipocraticum” y más tarde por Galeno (s.II d.C.), sospechándose que algunos  escritos hipocráticos procedieran de ellas.
         Siendo muy distintas doctrinalmente y debido a que durante largo tiempo la medicina había fluctuado entre la ciencia, arte y oficio, dio como consecuencia que existieran tres tipos de médicos: el simple médico artesano, el médico educado científicamente y el médico  profano.
     A parte de los “médicos elite”, de la  Grecia clásica, están los médicos prácticos que con habilidad y docencia vial, caminaban de ciudad en ciudad, itinerantes, ofreciendo su profesión y tratando de obtener notoriedad y clientela, pues al llegar a una ciudad montaba su tienda donde podía, procurando conseguir fama y  hacerse con una clientela que buscaba no al médico ilustrado, sino a ese tipo de médico práctico, huyendo de los médicos charlatanes.
Corpus Hipocraticum
    Es muy importante destacar que en el aprendizaje de la profesión  en esa época, jugó un gran papel el uso de los primeros textos del “Corpues Hipocraticum”, constituido por 59  tratados médicos, considerado como la primera colección de textos médicos del mundo antiguo en los que se enseñan las distintas ideas  filosóficas de  cada una de las escuelas micénicas, existentes como son, la de Cos, Cnido. Cirene, Rodas,Crotona, ect. aplicadas sobre medicamentos, cirugía, heridas, ética y ginecología etc.
          Escritos unos  y atribuidos, los mas, a un gran maestreo de la medicina griega, llamado Hipocrates de Cos (460-380 a.c), no dios ni divinizado, era un hombre excepcional, de cabeza a los pies que nace  en Tesalonica, hijo del médico Herakleides  y de Fainarete, ejercerá un medicina libre  de los dioses y héroes mitológico,  por toda Grecia y junto con sus hijos, también médicos,, Thesalos y Dracón, y su yerno Pólibo, fueron el germen de la primitiva escuela médica de Cos. Murió en Larisa,  año 377, a los 63 años. Su fama rebasó el  mundo médico y de su obra se hacen eco en figuras  como Aristóteles y Platón.
      Hipócrates  va a acercarse  a la   interpretación de la enfermedad, prescindiendo de esas magias por  las alteraciones de los cuatro humores del organismo: la sangre, la flema o pituita, la bilis amarilla y la bilis negra.etc. y en realidad representa tanto con sus enseñanzas como en su vida y conducta el ideal que todos los “sanadores” intentan conseguir y que  todos los enfermos buscan en sus médicos.
      El padre de la medicina, Hipócrates,  que era como le llamaban y la escuela de Cos y también la de Cnido, reflejan en el “Corpus Hipocraticum” una medicina que abarca desde la anatomía, fisiología, patología, pronostico, higiene dietética y ginecología. Llegando al diagnóstico de la enfermedad por la observación de los síntomas que son lo que constituirán las historias clínicas.
        La curación se basa en  la Medicina Hipocrática en el uso de una serie de drogas, plantas medicinales, normas higiénico dietéticas y con un  buen conocimiento de la medicina psicosomática.
       EL “Çorpus Hipocratrico” trata de fijar, igualmente los principios médicos y fundamentales   sobre el médico  su decencia,  docencia y preceptos  así como sobre su juramento, leyes y aforismos.
       Por supuesto que tendrá un contenido anatomo-fisiológico, sobre la anatomía, el corazón, carnes, glándulas,  huesos, articulaciones y fracturas; sobre la generación y naturaleza del niño y sobre el alimento,  que los abocara a  unos escritos dietéticos y de dieta sana.
      Pero también tiene un contenido  que abarcara sobre  circunstancias de carácter general como aires aguas y lugares, sobre flatos y predicciones  y premoniciones  sobre el uso de líquidos y como debe ser el “Dispensario  Médico”. Sobre la visión así como  finalmente también entre los escritos ginecológicos trata sobre las doncellas y la naturaleza de la mujer y sus enfermedades, superfetación,  partos prematuros  y sobre la dentición.
        Es de resaltar que los “Aforismos de Hipócrates”  considerados durante mucho tiempo la Biblia  de los médicos, será el texto más utilizado en la docencia de las Universidades del siglo XII, Salerno, Palencia, Salamanca, Montpelier, Lérida, Paris, Padua, Bolonia, etc.
    Todo ello, constituirá la guía de la conducta médica, que está  reflejada en su Juramento Médico Hipocrático. y cuyos principios éticos y profesionales siguen en la actualidad vigentes, en los Códigos Deontológicos de las Asociaciones Médicas Mundiales.
 Por tanto Hipócrates va a marcar en el mundo médico de aquella época unos criterios de diagnóstico  que podemos dividir en externos, que son aquellos que se refieren al aspecto externo del médico, de su prestancia y dignidad, limpieza y aseado, perfumado y bien vestido que le dé un aspecto respetable, evitando el exceso de lujo, extravagancias y que todo ello resulte agradable  al paciente que lo está observando.           
              Sobre la decencia afirma que el médico debe ser  serio sin rebuscamiento, grave en los encuentros, pronto en la respuesta, difícil en la contradicción, penetrante y diserto en las concordancia, moderado para con todos , silencioso en la perturbación, resuelto y firme para el silencio, bien dispuesto para aprovechar la oportunidad, hablará declarando con su discurso en cuanto  le sea posible, todo lo que ha sido demostrado, usando el bien decir y fortificado por la buena reputación que de ello resulte.
          Aún es más, entrando en la cámara del enfermo recordara la “manera de sentarse”, la continencia, el indumento, la gravedad, la brevedad en el decir la inalterable sangre fría, la diligencia frente al paciente, el cuidado, la respuesta a las objeciones.
El Juramento Hipocrático en un manuscrito bizantino del siglo XII,
 Biblioteca Vaticana.
    Todo ello, en realidad, constituye el “JURAMENTO HIPOCRATICO”,  difícil de datar la fecha de su elaboración,  hecho por el propio Hipócrates?
     Por su trascendencia, importancia y repercusión, querido lector permíteme, me tome la licencia de reproducirlo íntegramente, según la traducción de José Alsina.                           
      “JURO por Apolo médico, por Asclepio y por Higia, por Panacea y por todos los dioses y diosas, tomándolos por testigos, que cumpliré, en la medida de mis posibilidades y mi criterio, el juramento y compromiso siguientes:
        Considerar a mi maestro en medicina como si fuera mi padre; compartir con  él mis bienes y , si llega el caso, ayudarle en sus necesidades; tener a sus hijos como hermanos míos y enseñarles este Arte, si quieren aprenderlo, sin gratificación ni compromiso; hacer a mis hijos participes de los preceptos, enseñanzas orales y demás doctrinas, así como a los de mi maestro, y a los discípulos comprometidos y que han prestado juramento según la ley médica, pero a nadie más.
         Dirigir el tratamiento con los ojos puestos en la recuperación de los pacientes, en la medida de mis fuerzas y de mi  juicio, y abstenerme de toda maldad y daño.
         No administrar a nadie un fármaco mortal, aunque me lo pida, ni tomar la iniciativa de una sugerencia de este tipo. Asimismo, no recetar a una mujer un pesario abortivo; sino, por el contrario, vivir y practicar mi arte de forma santa y pura.
         No operar ni siquiera a los pacientes enfermos de cálculos, sino dejarlos en manos de quienes se ocupan de estas prácticas.
Relieve de la escuela de medicina de la isla de Cos
        Al visitar una casa, entrar en ella para bien de los enfermos, manteniéndome al margen de daños voluntarios y de actos perversos, en especial de todo intento de seducir a mujeres o muchachos, ya sean libres o esclavos.
        Callar todo cuanto vea u oiga, dentro o fuera de mi actuación profesional, que se refiera a la intimidad humana y no deba divulgarse, convencido de que tales cosas deben mantenerse en secreto.
       Si cumplo este juramento sin faltar a él, que se me conceda gozar de la vida y de mi actividad profesional rodeado de la consideración de todos los hombres hasta el último día de mi vida; pero si lo violo y juro en falso, que me ocurra todo lo contrario.

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