GASTRONOMIA

jueves, 3 de noviembre de 2011

MEDICINA COLONIAL HISPANOAMERICANA Por Claudio Becerro de Bengoa Callau

En el devenir de los años, la historia nos demuestra que el logro de determinadas realidades es fruto de la fe en el proyecto y de su constancia en la espera.
 Una vez vencido el “Mar Tenebroso” y traspasadas las aguas de los “Sargazos”, limites milenarios de la extensión Terráquea, ya en el Nuevo Mundo, en tierra firme, se encontraron con un pueblo, con sus costumbres, idearios, religiones y prácticas sanitarias más o menos primitivas, según las distintas etnias, que en conjunto llamaron  “Indios”, en la creencia de que se trababa de los habitantes de las Indias Orientales.
Alli, comprobado su estado sociocultural y sanitario,  desde un principio se inicia una labor humanitaria, que ira encaminada a mejorar sus condiciones de vida repercutiendo en todas las facetas de dichas comunidades, en el ámbito del conocimiento,  ya que desconocían el hierro y la escritura, en el plano sanitario gozando de una salud robusta adaptada a su medio ambiente donde el paludismo y la tripanomatosis  convivía con ellos, pero sin embargo estaban faltos de defensas ante otras dolencias como la viruela, traída por los descubridores que produjo verdaderas epidemias, diezmando en gran medida la población indígena que carecía de anticuerpos.
De ahí que  después del descubrimiento se inicia una etapa de gran valor histórico, en un principio  logrando conquistarlo con el “trueque” de productos regionales y por otro lado, y yo diría más que colonizando, educando, haciéndolos portadores de nuestros conocimientos y adaptándolos a nuestras costumbres, tanto en el sentido humano  como  cultural, creando hospitales, colegios y Universidades .
En cuanto a la sanidad del viaje ,que constituyó el descubrimiento de América hay pocos datos. Se sabe que  “ las provisiones de boca consistían en arroz, tocino anejo, judías, ajos, vinagre, sal , bizcochos y galletas de a doce onzas”.  En cada nave solía embarcar un cirujano, que percibía 7’10 libras de sueldo bimensual, curiosamente cinco céntimos menos que el trompeta.
Los primeros médicos acompañantes de Colón en su primer viaje fueron el físico de Moguer, maese Alonso y el maese Juan Sánchez, físico y cirujano  que  se quedó en tierra atendiendo a los habitantes del fuerte de Navidad, construido con los restos de la nao Santa María, en la isla de Bohio, hoy Santo Domingo y que falleció víctima del ataque indio,  junto con 38 españoles más que eran los que constituían la dotación del fuerte. Mientras el gran Almirante tornaba a España  con el otro médico, Alonso de Moguer, que según nos narra Oviedo era de más representación y cultura.
 Ya que considerando las categorías en la nave, primero era Colón, luego Juan de la Cosa, propietario de la nao Santa María, que por cierto se conocen en Sanlúcar de Barrameda, faro y antesala de la mar océano  y luego en tercer lugar  el piloto Sancho Ruiz y el maese Alonso era el cuarto,  buena prueba de la consideración  profesional que merecía  en tan gloriosa carabela.  Es más, Maese Alonso trajo consigo  a la Península  muestras de plantas desconocidas,  como yuca, batatas, trementina, avellana de América, güano, cera de palma, nueces moscadas, canela y jengibre, marabiolanos y aloe y también resinas de distinta naturaleza.
           El cirujano Alonso quizás fue el primer cirujano con prestigio y valor que sobrevivió al volver a España. Pero luego ya tenemos en el segundo viaje al médico D. Diego Álvarez de la Chanca, sevillano, médico de carrera, con estudios en Salamanca, Valladolid y Lisboa, fue médico de Cámara de los Reyes, siendo el primer médico doctorado y titulado que estuvo presente en América y que permaneció junto con Colón en las ruinas del fuerte de Navidad  y  en sus tristes huellas de su reciente masacre.
   Entre sus aportaciones, comprobó los efectos nocivos del “manzanillo” que era una salvajina que al tocarla o al saborearla notaban que  se les hinchaba la cara y padecían tal ardor y dolor cual si rabiaran, remediándose todo con baños de agua  o cosas frías. También trajo más de 200 especies vegetales entre ellas  la coca, la quina, el ricino, y el curare, el bálsamo de Perú, el aceite de quenopodio, la leche de higuerón y la jalapa.  Escribió un “Tratado sobre el mal de ojo” y “Carta  al Cabildo de Sevilla” y  trae muestras de hoja de tabaco  como también el mate y la vainilla. Referente a la fauna nos describe los perros gozques, que no pueden ladrar, la jutia y la conga parecidas a las ratas pero mayores y comestibles y las iguanas. Asiste al Almirante de una grave enfermedad, tal vez fiebres tifoideas o paludismo que le tuvo varios días inconsciente.

Nicolás Manardi

   Fue  un gran psicólogo, jugó un gran papel en el ánimo de los tripulantes cuando inmersos en la nostalgia y recuerdo de los familiares amenazaban en caer en profundas depresiones. Como clínico diagnosticó la tos ferina, la sífilis y lepra. Prescribía  la gran triaca,  ya utilizada por Andrómaco el viejo, médico del emperador romano Nerón.
     Se ignora el  nombre de los médicos que siguieron a Colón  en el 3º viaje, que partió de Sanlúcar de Barrameda, en Mayo de 1.498 y sólo se sabe el nombre del maestre Diego como cirujano.
   En el cuarto viaje en 1.502, le acompañaban el médico maese Bernal, un cirujano genovés llamado Duran y un  boticario que le asisten en su enfermedad o síndrome de Reiter, caracterizado  por  uretritis, artritis y conjuntivitis, aparte de que pudiera padecer paludismo.
Al igual que cambiaron las costumbres también la medicina fue evolucionando,   partiendo desde los chamanes, curanderos y hechiceros, al   culturizarse por los españoles que los introdujeron en la medicina  europea de los siglos XVI y XVII.
A título informativo hemos de destacar que ya en 1.503 el 29 de Noviembre se funda el Primer Hospital  en América, en la Isla Santo Domingo por Nicolás de Ovando con el nombre de San Nicolás de Bari y en 1.509  en el mismo  Santo Domingo, Diego Colón  subvenciona los hospitales de San Buenaventura y el De la Concepción. Posteriormente  en 1.512 se construye el Hospital de San Andrés para leprosos, junto con el de San Lorenzo. Y es digno de destacar que en 1.513 se construye el Hospital de Santiago, primero en el continente americano, en la población de Santa María, la antigua Darien (Colombia), por Orden de don Fernando, en el tercer arribo a tierras, mediante  cedula  de  9 de agosto de 1913, dejando de funcionar en 1524 al abandonar la ciudad por la epidemia de paludismo y fiebre amarilla.
 La fundación de la Universidad de Santo Domingo en 1.530, con facultad para otorgar grados de medicina, contribuyó en gran medida al desarrollo médico.
Ante la falta de hospitales  en 1.524 Hernán Cortes funda el primer hospital en Méjico. En Lima el primer médico que ejerció fue Hernando de Sepúlveda, médico de Pizarro, y  “Arquiatra” del conquistador, lo cual le facultaba para organizar y  crear hospitales como el de  Lima en 1.538.
Superada la asistencia médica en dichas regiones se empezó a crear en el Nuevo Mundo universidades que capacitaran a los nativos para el ejercicio de la profesión,  creándose el 21de septiembre de 1.551, por el Emperador  Carlos V, la Real y Pontificia  Universidad de Méjico,  que al principio se instaló en una casa alquilada al Hospital de Nuestra Señora de la Limpia Concepción, fundado por Hernán Cortes,  recibiendo el nombre de Universidad de Lima, para luego en 1574 llamarse Universidad de San Marcos, considerándose la Decana de las Universidades de América.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            
En 1.536 se funda la primera “Casa de Estudios Superiores”  en Méjico y en ella
 Bernardino de Sahagún, médico, describe plantas medicinales de América al establecerse en el Imperial Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, siendo su “Códice Florentino”, un trabajo pionero de la etnografía azteca, describiendo el nombre y los usos de múltiples plantas medicinales.  En 1.553 se funda la Universidad de  Méjico, siendo  la  facultad de Guadalajara veinte años después, capacitada para la formación de médicos.
Nicolás Bautista Monardes, (1.493-1.588) médico sevillano, graduado en Alcalá de Henares y especialista en terapéutica y botánica  descubre las drogas ultramarinas y logra aclimatar en su jardín botánico de Sevilla la flora americana, clasificándola y  publicándola en dos tomos, con más de cuarenta ediciones.
         Las órdenes religiosas, también jugaron un gran papel en la práctica de la medicina, tanto en la enseñanza como en la asistencia. Los  frailes dominicos en Colombia solicitaron al Rey de España establecer  en su Convento de Santa Fe una Universidad  para impartir títulos de Médicos en el año1.563, siendo  Alvaro  Auñol, el primer médico español allí graduado que ejerció en Santa Fe.
La Orden de San Juan de Dios, con sus médicos y cirujanos funda varios hospitales en Valdivia y Valparaíso en Chile.
         La Universidad de San Gerónimo de La Habana, se fundó en el Convento de San Juan de Letrán de la Orden de Santo Domingo, gracias a que Felipe V, solicitó del Papa Inocencio XII, la creación de la Universidad ( 12 de septiembre de 1721)..
            Los españoles llevaron a América, caballos, vacas, ovejas, cerdos y gallinas; animales allí  desconocidos, además de trigo, olivos, caña de azúcar, viña  e introdujeron  la metalurgia del hierro, la rueda, el arado, la pólvora, las armas de fuego, etc.
De allí trajeron el maíz, el tomate, la patata, el frijol, el cacao, la vainilla, el chombo, la pita, la quina, el tabaco y la coca. Digamos que en cuanto al ámbito sanitario, además de las repercusiones en la alimentación también se canjearon enfermedades como la viruela con su enorme mortalidad entre los indios. Parece ser casi seguro que de América se trajo la sífilis y la fiebre amarilla.
Durante la colonización  España  confió en dos instituciones metropolitanas, por un lado en la universidad y por otro en el protomedicato.
       La educación médica por aprendizaje, en particular de los cirujanos, fue habitual en América durante el siglo XVI  y los protomédicos locales designados por los cabildos concedían licencias para ejercer la medicina y la cirugía, por primera vez en Méjico el 13-mayo1.525 designando el cabildo 50 pesos al cirujano Francisco de Soto.  En 1.542 las leyes nuevas de Indias ordenaron que todas las cuestiones médicas quedaran bajo la jurisdicción del Real Protomedicato. Si bien es cierto que la formación médica cambia radicalmente, al asumirla la Universidad de Santo Domingo, fundada en 1.538, incorporando la formación de los médicos en 1.532, seis años antes de recibir el privilegio pontificio. Dicha medicina enseñada en Hispanoamérica en el siglo XVI era renacentista, en ella  se descubrían los textos de la antigüedad clásica  de Hipócrates, Galeno y Avicena.
La trilogía, formada por la viruela, el sarampión y la varicela se dio con frecuencia en el Nuevo Mundo debido a la falta de defensas inmunológicas, ocasionando verdaderas estragos de mortalidad que llegaron a cifras de ochocientos mil muertos y aún mayores en Méjico.   
También se comprueba la existencia de Malaria y de Fiebre Amarilla, de origen africano, traídos por los conquistadores.
En aquellos lugares del Nuevo Mundo donde las enfermedades tropicales procedentes de África pudieron establecerse libremente el resultado fue la destrucción casi total de la población amerindia. Pero en aquellos lugares donde las infecciones tropicales no pudieron penetrar, como la meseta central de Méjico, el altiplano andino, la destrucción de la población aborigen fue menos extensa.
Curiosamente en el Perú, en determinadas tribus de Avanes y de Maiguros,
muchos hermanos estaban casados con la misma  mujer y es muy curioso saber como toda mujer, por lo general, apenas ha dado a luz  en los márgenes de ríos, se lavan ellas y  a los recién nacidos  y acto seguido emprenden  sus faenas cotidianas  mientras sus maridos se metían en la cama, guardando dieta y recibiendo las visitas y regalos, costumbre muy difundida en etnias muy primitivas y que se conoce con el nombre de “Covada”

Hernández, Médico de Felipe II

Hernández, médico de Felipe II, conoció mil doscientas plantas medicinales y más de 200 especies de aves además de otros muchos animales y minerales cuando regreso de América, enriqueciendo así nuestros conocimientos en botánica y fauna.

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