GASTRONOMIA

domingo, 17 de abril de 2011

DAMNATIO MEMORIAE, por Jesús María Ruiz-Ayucar


Estatua de mujer víctima del DAMNATIO MEMORIAE

Es una expresión latina con el significado de “borrar de la memoria”. Es decir que todo aquello que no agradaba había que eliminarlo de la memoria. Cuando alguien era considerado enemigo de Roma se procedía mediante un acuerdo del Senado a eliminar todo vestigio de esta persona, bien fuera imágenes, esculturas, etc. Incluso se llegó a prohibir pronunciar su nombre.
            Ya en tiempos de los Comuneros, reinando Carlos I en España, se trató de eliminar todo símbolo que recordase a la nobleza, en un intento de borrar todo aquello que tuviera que ver con los grandes señores que apoyaron al emperador. Por ello en Toledo se pueden ver en las portadas de muchas viviendas los escudos de la nobleza borrados, quedando solamente el vacío de los esmaltes.
En la etapa de la Constitución de 1812, aprobadas en las Cortes de Cádiz, se hizo algo parecido. Si por un lado estas Cortes trataron de traer la democracia a este país, sin embargo cometieron el desliz, producto de un afán de destruir todo aquel vestigio que recordara tiempos pasados, tratando de hacer una España nueva. Por ello acordaron incluir entre los artículos de la Constitución un texto realmente ridículo, que decía:
“Los ayuntamientos de todos los pueblos procederán por sí y sin causar perjuicio alguno, a quitar y demoler todos los signos de vasallaje que haya en sus entradas, casas capitulares o cualesquiera otros sitios, puesto que los pueblos de la nación española no reconocen ni reconocerán jamás otro señorío que el de la nación misma, y que su noble orgullo sufriría tener a la vista un recuerdo continuo de su humillación”.
Con esta decisión trataban de hacer una condena del pasado, suponiendo ingenuamente que al eliminar ciertos símbolos se borraría la historia y no se recordarían aspectos que los legisladores consideraban humillantes.
Con esta condenable decisión desaparecieron de nuestras ciudades una serie de obras de arte que representaban una forma de ser de un tiempo determinado, grabados de escudos nobiliarios, símbolos del llamado Antiguo Régimen. Por ello con esa decisión se han perdido numerosos restos de la historia de las poblaciones.
Este error histórico viene a significar algo que me asusta si se llevara a cabo de una manera absoluta. Pero, afortunadamente, las cosas no han llegado a la situación de haber eliminado tantas obras de arte, pirámides, templos, de Egipto, Méjico, Perú, etc. que fueron realizadas mediante los esclavos obligados a trabajar horas y horas, con un sol de justicia, sin apenas comer y beber, recibiendo latigazos si no trabajaban como el capataz exigía.
Pero la cosa no concluye en estos aspectos. En nuestra democracia se está llevando una actitud semejante en algunos detalles, signos o símbolos que puedan reacordar una parte importante del pasado, creencias o actitudes.
Se nos quiere hacer olvidar los años de la etapa franquista eliminando sus estatuas o sus símbolos, pero manteniendo las de unos asesinos-as, sin que nadie eleve la voz para denunciarlo.
Nos quieren hacer olvidar esa fase de nuestra historia borrando nombres de calles, plazas, de edificios, de colegios, parques y otros lugares públicos; eliminando cruces recordando los muertos, cuando se podrían mantener recordando a los asesinados por ambos bandos.
Se nos quiere eliminar siglos de tradición mediante la actitud complaciente con otras culturas llegadas a nuestro país en años de prosperidad, haciendo retirar los crucifijos de las aulas, mientras que se admite aspectos religiosos y humillantes que proceden de otras religiones.
Se trata de hacer un estudio de otras religiones, pero obviando el de nuestro país de tantos siglos, llevando a cabo una extirpación de aquello que ha hecho que España se llene de grandes obras de arte de todo tipo, desde iglesias, catedrales, ermitas, monasterios, hasta grandes obras escultóricas, pictóricas, orfebrería, cerrajería, talla, música, literatura.
 Las comunidades introducen en la enseñanza una fórmula llena de localismos, segando el conocimiento del resto de las regiones, para centrarse exclusivamente el llamado “conocimiento del medio”, consiguiendo que el estudiante no tenga una visión global de la geografía y de la historia de su país. Se ha conseguido el desconocimiento de los ríos, lagos, montes, comarcas, cabos, golfos, islas, etc. del resto de España.
La historia de España ha desaparecido casi absolutamente para centrarse de manera exclusiva en la local de la comunidad respectiva. Llegando a extremos de que en algunas comunidades no aparece la palabra España, la cual se la sustituye por el término administrativo de Estado. Hay que eliminar ese vocablo, España, tan despreciable para las consejerías de algunos gobiernos paletos y provincianos.
La historia de la literatura llega a olvidar en algunos lugares escritores que fueron luminarias y lo siguen siendo, pero que por ser considerados escasamente representativos de la comunidad correspondiente, sencilla y simplemente se les elimina de los textos o de forma caritativa se les ofrece una cita, aunque, eso sí, de manera poco elogiosa y como haciéndole un favor por haber tenido la deferencia de incluirle en el texto de referencia.
Hay comunidades donde se inventa una historia que nunca ha existido, términos que nunca se han usado, lenguas que solamente han hablado un grupo reducido y se está metiendo por un embudo para que se olvide el idioma común. Incluso en algunos lugares se inventan reyes, reinos, independencias y geografías que jamás han existido.
DAMNATIO MEMORIAE de Saddam Hussein, Irak
En definitiva, se trata de realizar la “damnatio memoriae” que ya inventó Roma hace más de mil años, pero que esta monarquía-republica-imperio jamás consiguió que se llevara a cabo de forma medianamente total, pues todos los personajes que trataron de borrar de la historia son conocidos, estudiados y valorados como verdaderamente merecen, sin tener en cuenta el gobernante de turno que trataba de borrar la memoria de su oponente.
Así sucederá con nuestra mal llamada memoria histórica: por mucho que se trate de romper con el pasado, por muchos obstáculos, impedimentos y barreras que se pongan a la Historia jamás se podrá lograr su eliminación y su memoria, por muy negativa y perversa que haya sido su actuación.
Roma quiso eliminar de la historia a Nerón, a Calígula y otra serie de personajes, pero fracasó en el intento. Y es que la Historia es la que ha sido, con las interpretaciones que se quiera, pero es imborrable. Por mucho que suframos, por mucho que nos lamentemos y por mucho que queramos eliminar el pasado, jamás se conseguirá.
La “Damnatio Memoriae” es inútil, como ha demostrado el paso de los siglos, y la memoria histórica una medida igualmente inútil, por su aspecto parcial y por su espíritu retorcido y hostil.
Dejemos que exista la historia, que la interpretemos como cada uno creamos que fue, pero tratar de eliminarla o hacer que se olvide jamás lo conseguirá nadie.

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