GASTRONOMIA

domingo, 27 de marzo de 2011

LA GUERRA DE AFRICA (1859-1860).CRONICAS LITERARIAS Y RELATOS PICTORICOS., por Alfredo Pastor


Batalla de Tetuán, Oleo de Emilio Rosales

.Con la subida al poder en España de  la Unión Liberal  se establece el conocido gobierno largo de O´Donnell (junio de 1858-hasta marzo de 1863):“ es el gobierno más estable hasta entonces en la España constitucional”.Fue un anticipo de de la llamada estabilidad artificial de la España de la Restauración. Esta fuerza política estaba integrada por  elementos convergentes de los dos partidos históricos e inspirada por un militar, el general Leopoldo O´Donnell, y un civil, José Posada Herrera. Estos hombres buscaban el difícil equilibrio entre la libertad y el orden.
General Prim en la batalla de Castillejos
La decisión de las autoridades españolas de construir nuevas fortificaciones defensivas en torno a la ciudad de Ceuta, actuó como detonante de la crisis que desencadenó la guerra.
La guerra de Africa fue  la guerra declarada por el gobierno de la Unión Liberal contra el Imperio de Marruecos, acontecida entre 1859 y 1860. Es  la historia de uno de los conflictos que más impacto generó en la sociedad española de su tiempo Se convirtió en una guerra romántica por excelencia y generó imágenes imborrables que pasaron de inmediato a la imaginación popular, a través de crónicas periodísticas y manifestaciones artísticas.
Leopoldo O'donell
             Los acontecimientos militares sucedieron grosso modo de la forma siguiente: las tropas españolas se fueron reuniendo en los puertos de Algeciras, Cádiz y Málaga, hasta alcanzar la cifra de unos 40.000 hombres. Este ejército se dividió en tres cuerpos mandados respectivamente por los generales Echagüe, Zavala y Ríos de Olano. Contaba también con una reserva mandada por el general Prim  y con una división de caballería bajo el mando del general Félix Alcalá Galiano. La jefatura suprema la asumió el propio presidente del Gobierno, el general Leopoldo O´Donnell, quien marcó como principal objetivo la toma de Tetuán. Todos los soldados se concentraron en Ceuta. Una vez allí deberían trasladarse por tierra hasta Tetuán.
Por otra parte, el ejército marroquí estaba mandado por el hermano del sultán, Muley el-Abbas  y estaba compuesto por tropas permanentes y accidentales, que se acercaban a la suma total de 40.000 hombres, pero poco disciplinados y faltos de una mínima organización.
La declaración de guerra  tuvo el 22 de octubre de 1859.Tomando Ceuta como base de operaciones, se fijan los objetivos de Tetuán y Tánger. Tras el desarrollo de los acontecimientosl, los preliminares de la paz se firmarían el 26 de abril de 1860 en Tetuán.

Uniforme de Usares
Los primeros enfrentamientos tuvieron lugar en las cercanías de Ceuta, donde las tropas españolas sufrieron numerosas bajas a manos de los rifeños que peleaban con gran moral. Hasta comienzos de 1860 no pudieron los españoles iniciar su marcha a Tetuán. El general Prim se adelantó con sus tropas penetrando en el valle de los Castillejos, donde fue sorprendido por el enemigo y colocado en una difícil situación. La ayuda del general Zavala y el arrojo y valentía del general Prim. consiguieron que los marroquíes se retiraran, no sin antes causar unas setecientas bajas en las tropas españolas. Su comportamiento le valdría a Prim el sobrenombre de Héroe de los Castillejos. A los dos días continuó el avance sobre Tetuán teniendo que vencer grandes obstáculos por el hostigamiento continuo que sufrían los soldados y por la escasez de víveres con que contaban, dadas las dificultades con que tropezaba la escuadra  para desembarcar las provisiones a causa del temporal. A pesar de todo, tomaron importantes posiciones en Monte Negrón lo que les facilitó el camino para llegar al objetivo final.
El 4 de febrero se organizó el ejército para atacar Tetuán y al día siguiente O´Donnell entró en esta ciudad. Muley el-Abbas reorganizó sus fuerzas lo que consiguió  en Wad-Ras, delante del desfiladero de Fondak, en el camino de Tetuán a Tánger. En Wad-Ras tuvo lugar el más duro combate de toda la campaña, el 23 de marzo;las condiciones de paz fueron ratificadas en el tratado de este mismo nombre en  abril de 1860.
Es entonces cuando la Real Academia de la Lengua se incorpora al patriótico entusiasmo con la convocatoria de un concurso poético centrado en los triunfos de España en Marruecos. La acogida fue extraordinaria: más de sesenta poetas presentaron sus trabajos. La medalla de oro recayó en Joaquín José Cervino que participó en el certamen con un poema titulado: “La nueva guerra púnica o España en Marruecos” que comenzaba así:

  Allí donde el Atlántico es hermoso
Juntase  el golfo púnico espumante
por estrecho canal impetuoso

Gaspar Nuñez de Arce
La prensa , principal medio de comunicación social en la España de la segunda mitad del siglo XIX, se posicionó claramente a favor de la intervención en Africa: “ reflejaba  vivísimamente el  sentimiento del pueblo”- escribía Emilio Castelar, en 1859. La guerra fue uno de los acontecimientos que más ríos de tinta hizo correr en España, pues el entorno periodístico, acababa de descubrir en las guerras un filón para atraer a numerosos lectores, cada vez más interesados por todos sus pormenores. Por ello se necesitaban profesionales competentes que presenciaran los hechos y acontecimientos en directo, con la capacidad literaria suficiente para escribirlos bien.
Pedro Antonio de Alarcón
De este modo comienza a dibujarse la figura de “el corresponsal de guerra” “inicialmente se trataba de un aficionado, mezcla de cronista, carácter romántico y aventurero.[1] Cuando se inicia la guerra de África los principales periódicos encargan a reputados escritores la tarea de “contarlo en directo”. Conscientes de la trascendencia del conflicto, mandan a sus corresponsales al terrenos de las operaciones: El Museo Universal, a Pedro Antonio de Alarcón; La Iberia, a Gaspar Núñez de Arce; Las Novedades, a Juan Antonio Viedma; La Crónica del Ejército y la Armada, a Emilio Lafuente Alcántara; El Diario de Barcelona, a Joaquín Mola y Martínez; La Época, a Carlos Navarro y Rodrigo, nombrado cronista oficial.
El patriotismo será uno de los rasgos característicos de las crónicas que estos periódicos envían desde África, llenas de impresiones subjetivas -en muchos casos exageradas- que, aunque no exentas de valor literario, a menudo desacreditan la veracidad de las informaciones, realizadas normalmente con rapidez  y con poco tiempo de reflexión.
Pedro Antonio Alarcón
Los nombres de Pedro Antonio de Alarcón y Gaspar Núñez de Arce sobresalieron de entre esta lista de corresponsales de prensa en la guerra de África. Ellos, además de publicar los relatos más conocidos de cuantos se publicaron, desempeñaron un papel sustancial a la hora de difundir las razones de la moderación española en  las negociaciones de la paz.
La labor del vallisoletano Gaspar Núñez de Arce, en sus Crónicas periodísticas de la guerra de África presenta un conjunto de artículos donde emplea sobre todo la forma epistolar. En sus crónicas afirma- en varios momentos- que él”sigue el conflicto con el corazón y con la vista, o bien bajo la impresión y la emoción del momento”.
Núñez de Arce hace, en general,  un tratamiento romántico de sus crónicas, aunque también resalta el realismo en sus descripciones. Pero prevalece su predisposición hacia los sentimientos, con imágenes líricas que buscan la reacción emocional de los lectores, intentando que éstos participen de algún modo de las vivísimas emociones que él ha sentido. Su estilo no es recargado, sino sobrio, por lo que no se recrea en los detalles ni añade florituras innecesarias.
En uno de sus  artículos en  La Iberia, el 10 de enero de 1860, retrata, por ejemplo, al general Prim de esta manera:
“(…) ¿Cómo vive todavía el general Prim? Preguntarán ustedes; y eso mismo pregunto yo, sin que sepa cómo explicarme el hecho de haber el conde de Reus salido ileso de aquel diluvio de balas, de aquel choque tremendo de sables y gumias, yendo como iba a caballo y llevando desplegada una bandera; circunstancias que debían atraer necesariamente sobre él la atención de los enemigos. Hay ocasiones en que debe creerse en milagros y ésta es una”.

El trabajo más reputado de aquellas fechas fue “El Diario de un testigo de la guerra de África”, de Pedro Antonio de Alarcón (1833-1891) Desde los escenarios de la guerra de África, escribió una serie de crónicas y relatos de la acción de las tropas en campaña, que, reunidas y publicadas en su conjunto en la obra citada, fueron muy leídas y le proporcionaron sustanciosos beneficios económicos y la posibilidad de cruzar nuestras fronteras. Fue un hombre proclive a las ideas extremas, así como un campeón infatigable y agresivo de la revolución que defendía sin descanso:«tomando, ora la espada, ora la pluma»
Benito Pérez Galdós
Las páginas del Diario de un testigo son modelos de descripciones bellísimas y de interesantes relatos. Acaloradas por un intenso espíritu patriótico, adornadas con las galas de una imaginación rica y pintoresca, llenas de sentimiento y poesía, escritas con un estilo ligero, amenísimo, fluido y desenfadado, verdaderamente imimitable.
Otros relatos muy interesantes sobre la guerra de África nos lo ofrece Benito Pérez Galdós, en el Episodio Nacional que dedica a estos hechos “Aita Tettauen, publicada en 1905, donde describe el entusiasmo que el pueblo español demostraba ante la declaración de guerra:
“Los señores mayores, las damas de viso, hombres y mujeres de las clases inferiores, procedían y hablaban poco más o menos, como los chiquillos que esgrimían espadas de caña en medio de las calles y agrandan la estatura con morriones de papel.¿Guerra! Clamaban las verduleras; ¡Venganza y guerra los obispos! No había español ni española que no sintiera en su alma el ultraje, y en propio rostro la bofetada que a España dio la cábila de Anyvera, profanando unas piedras y destruyendo garitas en el campo de Ceuta. El agravio no era de los que piden reparación de sangre. Fueron los españoles a la guerra porque necesitaban gallear un poquito entre Europa y dar al sentimiento público, en el interior, un alimento sano y constituyente
Paisajes de la batalla de tetuan, Oledo de Emilio Fortuny
            También fueron muy interesantes los relatos pictóricos que se derivaron de este conflicto. Mariano Fortuny (Reus 1838- Roma 1874), pinta e inmortaliza escenas como la infantería española avanzaba por el valle de Tetuán , o la carga de los húsares de la Princesa en la batalla de Los Castillejos, lanzándose a pecho descubierto contra las filas enemigas. En 1860 la Diputación de Barcelona le propone acompañar la Campaña de Marruecos, para tomar apuntes de los principales episodios de la guerra de África Su estancia como reportero gráfico en Marruecos fue decisiva para la renovación de su  arte. Más que las acciones de armas le interesa el estudio de los tipos y costumbres de la gente ocupando a partir de entonces un lugar destacado en su obra.
Hombre de Color Josep Tapiró
Acompañó al contingente bélico para poder glorificar sus heroicidades, pero le fascinó la luminosidad del país y el encanto de la vida de sus habitantes Le interesa el estudio de los tipos y costumbres de la gente ocupando a partir de entonces un lugar destacado en su temática.
.           JosepTapiró (Reus 1836- Tánger 1913)  sería aun más decisivo, ya que le descubrió la ciudad de Tánger, en la que iba a establecer su residencia definitiva. Al cabo de cinco años, el mundo marroquí iba a convertirse en el tema permanente del trabajo de este pintor .
Batalla de Wat-Ras. Oleo de Emilio Fortuny


Calles de Marruecos. Oledo de Bertuchi


El Marruecos que sedujo a Mariano Bertuchi (Granada1884 - Tetuán 1955), fue otro.  Este pintor no busca modelos, no necesita personajes concretos, lo que le atrae es la ciudad, la vida que se manifiesta cada día, la calle y aquellos viandantes anónimos que la pueblan, el sol  y la sombra en su combate diario por enfatizar los volúmenes de los edificios que la enmarcan. Tampoco le llevó a Africa la guerra, sino un deseo de conocer y visitar la orilla del otro continente, dónde inició una labor encomiable de recuperación de las artes decorativas e industria­les tradicio­nales del país. Es un paisajista urbano que gusta de la evolución diaria de cada rincón.
Otros ejemplos pictóricos que dejaron una huella significativa de la Guerra de Marruecos, son: el cuadro “Batalla de la Guerra de Africa “ de Marcelino Unceta. (Museo de Bellas Artes de Buenos Aires). . “La Batalla de los Castillejos”de Ricardo Balaca. (Museo de Bellas Artes de La Habana. Litografía de José Vallejo en la que se representa el tratado de Wad- Ras, tras la toma de Tetuán (Museo de san Telmo, en San Sebastián). Parece oportuno indicar también, en este contexto histórico, el cuadro de P. Benjumea. El Consejo de ministros (presidido por Isabel II) que declaró la guerra a Marruecos.
La guerra iba a cambiar la visión que del mundo magrebí tenían nuestros pintores, pues a partir de ella, Marruecos llamo su atención por su cultura casi desconocida, por sus cualidades lumínicas, paisajes y prototipos de personajes especialmente salidos de la vida cotidiana.


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